Mes: abril 2011
Visionado: ‘Pa negre’, de Agustí Villaronga. ‘Nada nuevo ni mejor’
El fenómeno de los últimos premios Goya nos pilló tan desprevenidos y apegados a la taquilla como a media España. Como al propio Andreu Buenafuente, concretamente. Y como hablar con conocimiento de causa y consecuencia es objetivo de esta sencilla bitácora, no dudamos entonces en marcarnos como objetivo imprescindible lanzar nuestro visionado de Pa negre en cuanto tuviéramos oportunidad y datos, tras alzarse con las categorías más importantes de los últimos “cabezones”. La hemos visto tranquilos, limpios de comentarios, y con la esperanza de encontrar el punto de apoyo con el que el siempre intimista Agustí Villaronga movió el mundo de la Academia este año. Conclusión: no hay nada nuevo ni mejor.
Volvemos a Guillermo del Toro para terminar. En su mágica y olvidada película El espinazo del diablo se realiza la mejor descripción jamás hecha sobre un fantasma: “Es un instante de dolor condenado a repetirse”. Y así parece que sea con lo más triste de nuestro siglo XX. Sentencia de cadena perpetua para el bando perdedor, condenado a vagar por las pantallas españolas, reiterando su tristeza de ánima en pena, como en los bosques de la España rural más profunda. ¿Qué aprendemos de vivir el dolor una y otra vez?
‘El secreto de sus ojos’, de Juan José Campanella: ‘Si el futuro se llena de nada’ vs ‘Cojeando en aras del amor’
El plano-secuencia que nos dejó alelados durante cinco minutos seguidos. Está cuidado hasta el último detalle. Y si queréis escrutar, aquí tenéis el cómo se hizo.
Despedimos este versus con esa pasión. La que no se puede abandonar así sin más. Como Irene y Benjamín. Desesperados, contenidos.
‘Sin compromiso’, de Ivan Reitman: ‘Cuando Harry se amuermó con Sally’
No es muy buena idea disfrutar de una película de estas características en horario adolescente pues corres el peligro de ver tu butaca rodeada de jóvenes alborotados que acuden al reclamo del ‘macizo/a’ de turno; en nuestro caso, de Ashton Kutcher. Sin embargo, hay que decir que en cualquier caso, a cualquier hora, y por mucha distracción que tengamos mientras vemos Sin compromiso, probablemente, acabaremos llegando a la misma conclusión: se trata de una comedia que ha perdido la gracia y no, desde luego que no es ni la sombra de Cuando Harry encontró a Sally (Bob Reiner,1989) por mucho que su director, Ivan Reitman (sí, el de las divertidísimas Los Cazafantasmas), se empeñe en promocionarla como su secuela contemporánea.
Amistad y sexo siguen siendo, eso sí, las variables de la ecuación; el amor, el tercero en discordia, pero en este caso sirven como excusa para hablar de los ‘follamigos”, en inglés, ‘fuckbuddies’. Ambos son términos que están haciendo furor en nuestra timorata sociedad, pero que, a fin de cuentas, sirven para ponerle una etiqueta a un tipo de relación entre seres humanos que, a estas alturas de la película, resulta de lo más convencional.
Y esa es la mayor osadía del guión, tratar con despreocupación la relación sexualmente abierta y sin ataduras entre dos jóvenes que dicen ser amigos: Emma (Natalie Portman), una doctora estresada y sin tiempo para la vida y un ayudante de dirección/ guionista de una serie de televisión musical, Adam (Ashton Kutchner), quien siempre ha albergado ‘oscuros’ sentimientos amorosos hacia ella. Los amigos se hacen los duros mientras mantienen profilácticas sesiones de ‘edredoning’ y procuran no hacer gala de aquello que decía nuestra madre: “torres más altas han caído”.
Llama la atención que Ivan Reitman cuente que el guión (obra de Elizabeth Meriwether) figuraba en la lista de los ‘10 sin producir’ más apetecibles del año 2008 y que medio Hollywood: “se moría por hacerla”. Quizás sea un exabrupto de esos que se sueltan en los bolos promocionales, porque lo cierto es que el guión no resulta escandaloso, ni atrevido, ni afortunado en sus golpes de gracia. Sigue la tradición verbal de los hermanos Farrelly con abundancia de ‘cunnilingus’, ‘penes’ y ‘menstruaciones’, espolvoreados en los diálogos (porque ya se sabe, es así como hablamos, no vayamos a hacernos los intelectuales) y plantea personajes vacíos, creados, ex profeso, para arrancar las risas del respetable. Los pobres sólo aciertan a dejarnos atónitos y sin expresión alguna, como si no diéramos crédito al espectáculo desaborido al que estamos asistiendo. Por supuesto, pongamos al espectador pueril aparte, pues siempre será más agradecido y propenso a la risa floja. Los protagonistas cuentan con sus neurosis particulares, sin dobleces, de manual, especialmente Emma quien desarrolla una fobia a las relaciones serias, que sigue la lógica de un perrito de Paulov. Duele: ladro.
El gurú de Twitter, Ashton Kutchner, es un galán contemporáneo que cae simpático y cumple con su cometido en la romcom, aunque bien es cierto que nos gustaría verle en algún otro tipo de registro diferente para poder tomarle más en serio. Natalie Portman nunca dejará de ser una gran actriz, aunque se las tenga que ver con un personaje flojo y con un guión insustancial que ella misma ha bendecido produciéndolo para la gran pantalla. De la quema total, salvamos la vibrante vis cómica de Kevin Kline, un bendito oasis en el desierto de las risas flojas.
Píldoras cinetarias: ¿Explicará el Génesis el lío de ‘[Rec]’?
La que se lía cuando uno no quiere liarla mucho pero tampoco termina de rematar la faena. Así ha pasado con [Rec], una de las sagas de terror más taquilleras de firma española. Empezamos allá por el año 2007 con un aliñado de 28 días después y El proyecto de la Bruja de Blair que nos dejó gratamente mareados e hiperventilados. Seguimos dos años después con una segunda parte que con la que rememoramos una versión indie y algo atragantada de El exorcista. Y ahora estamos esperando una tercera entrega (no hay dos sin tres, mala suerte) que anuncia el escampamiento de los tremendos borrones que se nos quedaron cuando Manuela Velasco se convirtió en territorio ocupado por las garras de Lucifer mediante un alien agusanado.
De momento, solo encontramos la web www.rec3lapelicula.com en la que pone un taxativo “Próximamente” y podeis darle al “Me gusta” de Facebook. Sin haberla visto, pero bueno. Por su parte, la actriz Leticia Dolera se divierte con algunas curiosidades sobre el inicio del rodaje en su blog http://rec-3-genesis-si-quiero.blogs.fotogramas.es/. Y ya está. Nada de la niña Medeiros y su pobre destino como Conejillo de Indias de la gripe vírica más sanguilonenta del mundo. La tercera parte llevará el sobrenombre de Génesis. Suponemos que nos contarán el origen de todo, pero la verdad es que suena a broma salvo que tu imaginación te impida buscar el origen de los Walking Dead patrios en el irrefenable deseo de Eva de morder una manzana envenenada.
Mucho tienen que cambiar las cosas en la tercera entrega para que nos olvidemos de la segunda y dejemos de pensar que solo con la primera Jaume Balagueró y Paco Plaza ya habían conquistado lo conquistable en tierra, y no debían echarse a la mar. Porque nos gustaron mucho esos primeros espasmos de butaca cuando la periodista y su abravado cámara entraron en el portal del infierno y grabaron sin parar una epidemia desconocida, desde los bajos fondos hasta el último piso. Lo que nos quedó más o menos claro en los documentos y cintas grabadas en el ático de la comunidad nos daba de sobra para dilucidar una posible explicación. Pero con la segunda, todo dejó de tener sentido.
Visionado: ‘Sin límites’, de Neil Burger. ‘Supercerebro de diseño’
¿Nunca habéis fantaseado con ganar el Euromillón y poner tierra de por medio para distanciaros de todo cuanto aborrecéis? ¿Cómo os sentiríais con el palmito de la Jolie o con el genio de Orson Welles? ¿Qué haríamos si pudiéramos utilizar al 100% nuestro cerebro? ¿Seríamos capaces de volar, de doblar tenedores, quizás de teletransportarnos a otra dimensión más afortunada? ¿O seguiríamos en la nuestra, con superpoderes, pero tropezando en la misma piedra? Sin límites es una de esas películas que plantean algunas de las preguntas existenciales absurdas con las que, de vez en cuando, distraemos el aburrimiento.
Por cierto, esta película, a caballo entre la ciencia-ficción sin fuegos artificiales y el thriller de acción, propone un simpatiquísimo cambio de tercio argumental. El que protagoniza nuestro antihéroe quien, cuando comprende que tiene el mundo a su alcance por obra y gracia de su mente privilegiada, abandona sin mayores complejos su vocación literaria para vender su alma al diablo y dedicarse a ganar pasta ¡y mucha!, en la Bolsa. ¿Quién quiere una presunta inmortalidad en la memoria de unos cuantos empollones, pudiendo vestir de Armani y disfrutar de una piscina cuyo horizonte se confunde con el mar? En fin, con supercerebro o no, quizás sea verdad aquello de que tenemos lo que nos merecemos.
Un buen resumen que recoge lo mejor de la película: su planteamiento.
‘Chinatown’, de Roman Polanski: ‘Destino trágico, obra maestra’ vs ‘Culebrón sobre fondo noir’
En cuanto a nuestras secuencias preferidas, aquella en la que conocemos a los ignorantes herederos del gran imperio de 5.000 acres. De fábula. Pero no podemos dejar de estremecernos cuando recordamos la confesión de Evelyn Mulwray (Faye Dunaway), la madre y la hermana; la hermana y la madre. Siempre bella, gélida, y siempre agotada de sentirse triste.
Faye Dunaway expulsando fantasmas motivada por el maltrato e incredulidad de su hermético amante. Fabulosa escena.
La mejor secuencia gracias al patriarca de la película, un John Huston “responsable y viejo”.