Píldoras cinetarias: ‘Ambiancé’, ¿la película más larga de la historia?

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Hablar, así sin más, de la película más larga de la historia, es algo relativo. En una época en que muchos cinéfilos nos hemos convertido también en súbditos del magnífico reinado de las series, resultaría tendencioso no considerar esas maravillas de la televisión como grandes y extensas películas. Pero aún así, es cierto que Ambiancé, el proyecto que prepara el artista multimedia sueco Anders Weberg, no está dejando a nadie indiferente. Otra cosa es que la curiosidad que despierte sea más antropológica que cinematográfica.

De momento, su carta de presentación ya está suponiendo una promoción en sí misma: una película experimental de 720 horas de duración, cuyo estreno está previsto para 2020 y que se mostrará una sola vez en todo el mundo. Será proyectada en internet de manera sincronizada, con una duración de 30 días, para luego ser destruida, y contará con un tráiler de siete horas y 20 minutos dentro de dos años, y otro de 72 horas en 2018.

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Dicho así, suena más excéntrico que otra cosa. El artista sueco parece mucho más interesado en cuantificar su duración que en la calidad de la historia, que debido a esa etiqueta de “experimental” parece ya contar con carta blanca para poder realizar cualquier tipo de mamarrachez. Es cierto que el cineasta sueco dice no estar interesado en el récord. De hecho, en varias ocasiones ha hecho hincapié en su argumento, de corte autobiográfico, sobre la relación del artista con su hijo de 21 años que falleció hace unos meses de sobredosis.

Por eso tampoco es que queramos adelantarnos a su visionado con años de antelación, pero es que hace dos meses Weberg ya difundió un adelanto de 72 minutos, del cual conseguimos ver un cuarto de hora antes de chequear nuestra conciencia crítica sobre la creatividad audiovisual. Con el tiempo, iremos conociendo más detalles sobre este proyecto, y confiamos en que que su autor y promotores encuentren una forma de que no suene tan a mercancía abstracta y rezume más amor al cine en su millonada de fotogramas.

El primer adelanto de la película, extraído de su página web:

Visionado: ‘The Act of Killing’, de Joshua Oppenheimer. ‘Inclasificable relato de un genocidio’

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Acostumbrados a los numerosos recursos narrativos que hoy en día ofrecen las nuevas tecnologías y la realización digital, llevamos años dejándonos llevar por películas documentales cuyo montaje y elementos de sugestión terminan por enturbiar o directamente anular el mensaje de fondo. Es una práctica que ha hecho del periodismo cinematográfico un peligroso y adornadísimo género que se balancea entre la ficción y la realidad y que en muchas ocasiones manipula al espectador con elementos que van más allá de la objetividad, como la música, la estética videoclip o la desorbitada aleación narrativa. Pero, ¿qué ocurre cuando no hay artificio, cuando solamente hay una cámara, no hay voz narrativa y se deja que los protagonistas se retraten a sí mismos? ¿Qué sucede si un hecho histórico olvidado en el tiempo resucita por boca de aquellos que lo provocaron y únicamente su testimonio genera un clima de terror en el que lo contempla?

Pasa entonces que encontramos una película tan estremecedora, surrealista y absolutamente novedosa como es el caso de The Act of Killing, producida por el maestro alemán Werner Herzog. Su artífice, el realizador danés Joshua Oppenheimer se trasladó a Indonesia para realizar un documental sobre el genocidio de casi un millón de comunistas cometido en este país tras el golpe de estado militar de 1965 y la llegada al poder del general Suharto. Para ello, contactó con los jefes, aún vivos, libres y considerados héroes de guerra, de los escuadrones de la muerte que llevaron a cabo los crímenes y les propuso realizar una película, mediante recreaciones ficticias de sus actos.

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