Todo en El guateque es una sublime tontería, pero resulta una película tan demoledoramente divertida, que nunca deja de sorprender, aun cuando nos hayamos muerto de la risa, muchas veces, con las torpezas del protagonista. Hay tantos momentos memorables en esta película que cuesta resaltar algunos para dejar de lado otros. Es especialmente brillante la secuencia en la que Hrundi se pone a enredar con el cuadro de mandos que dirige la ‘casa inteligente’ (esa gallina retransmitida a través del altavoz, ¡sublime!) O el momento en el que un tenedor, mal hincado, le da alas a un pollo que vuela, de una manera completamente inverosímil, hasta lo alto de un moño. O aquella ‘cruel’ escena en que Hrundi, apremiado por unas ganas irresistibles de orinar, tiene que guardar las formas, de una manera muy retorcida, mientras la guapa francesa, que le hace ojitos, termina su interpretación musical.
La grandeza cómica de esta película no hubiera sido posible sin la presencia del actor británico que la protagoniza, Peter Sellers. Se nos hacen inolvidables su actitud complaciente, sus movimientos y gestos de disimulo, pausados, exagerados, conscientes; sus miradas aumentadas por la sorpresa o el bochorno; o su gesto crispado cuando se ve enredado en una situación incómoda. Woody Allen dijo, en una ocasión, que Peter Sellers poseía “la comicidad de un genio”. Y no podemos estar más de acuerdo porque el actor cuenta con una capacidad, inexplorada por otros actores, de adentrarse en un sinfín de papeles. Lo hace de la mano, principalmente, de su prodigiosa habilidad para imitar acentos, pero también para perderse, físicamente, en la piel de una multitud de personajes paródicos o inventados. Como siempre, Sellers tiene la capacidad de extraer una interpretación imposible e inesperada de cualquier virtuoso de la torpeza, de cualquier hijo del disparate.
Aquí tenemos la historia de un zapato aventurero, por seleccionar una. Y así, toda la película:
No vamos a decir que El guateque no tenga su gracia. Es más, posee un componente de humor sesentero que hasta podríamos calificar de fashion, con ese toque de culto pictórico con el que Blake Edwards supo plastificar la mayoría de sus películas. Sabemos que hoy día es muy difícil encontrar comedias de este tipo, dotadas de elegancia en forma y fondo. El sentido de la risa cambia junto con las generaciones y actualmente es lo irrisorio, lo políticamente incorrecto y lo bestia lo que más hace desternillarse a las grandes masas, entre las que nos incluimos. Pero por aquello de la exclusividad, solo en este plano, el de la sofisticación, destacamos la contribución de esta película a la historia del cine.
Mas allá poco hay. Se trata de una sucesión de gags que recaen, hasta bien entrado el final, en el personaje principal de Hrundi V. Bakshi, actor hindú que acude a una fiesta por error, encarnado por el fantástico Peter Sellers, fetiche del cineasta, cuya capa facial de betún no podemos dejar de apreciar todo el rato sin que todavía comprendamos a cuento de qué tal caracterización. El caso es que a su chepa arrastra durante la película todas las surrealistas situaciones que él mismo provoca o le vienen dadas, desde que cruza la puerta del piso hasta la gran bacanal espumosa de su desenlace. Son como pequeños cortometrajes que bien podrían ser independientes, y que no necesitan de una trama argumental ni para comprenderlos ni para justificarlos.
Siempre que nos detenemos entre las secuencias ya antológicas de esta película, como la entrada al apartamento a través de la pequeña piscina, el camarero cada vez más borracho, el caos en el cuarto de baño o el barullo final, no pasamos de la media sonrisa. Y no es que solo nos guste que fuercen más nuestra máquina de reír, es que llega un momento en el que el intruso, el no invitado, nos cae hasta un poco gordo en su pavisosez aunque le perdonemos gracias a la mímica de un Sellers al que no podemos dejar de recordar en la multipolaridad de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú o en su torpeza, mucho más indómita, como el inspector Clouseau de las cinco entregas cinematográficas de La pantera rosa.
Si no habéis visto El guateque, este vídeo es un SPOILER. Es una parte de su psicodélico y caótico final: