EL PODER DE UNA IMAGEN
“Nunca olvidaré el fin de semana en el que murió Laura”
La historia cinematográfica vincula Laura al cine negro y, sin embargo, es un film que escapa a cualquier tipo de clasificación, pues aunque aborda diversos géneros, habla del poder de fascinación que puede inspirar una imagen y un relato, es decir, una visión ideal que se crea en la imaginación. Los mimbres mismos sobre los que se asienta la magia del Séptimo Arte.
Porque, a fin de cuentas, ¿quién es Laura? En la película es una mujer increíblemente bella, atrapada en un cuadro, y es una muchacha que excita la imaginación de un cínico escritor que escribe con una ‘pluma de ganso que moja en veneno’. Laura es también una mujer joven y vitalista que ‘arruina’, por un instante, la trayectoria de un buscavidas y es la ‘muñeca’ predestinada que nunca se cruzó en el camino de un sabueso derrotado. El amor idealizado, en definitiva, de Petrarca. Sin embargo, Laura no es la protagonista de esta película, maravillosamente orquestada por Otto Preminger. La muchacha del cuadro y su recuerdo son tan sólo el reflejo de las debilidades y obsesiones de un grupo de personajes peculiares.
El filme narra la investigación policíaca que desarrolla el agente Mark McPherson (Dana Andrews) para esclarecer el asesinato de Laura Hunt (Gene Tierney), encontrada muerta en su neoyorkino domicilio. Sus pesquisas le llevarán a conocer a un círculo de sospechosos, personas cercanas a la fallecida, entre los que se encuentran el exitoso columnista Waldo Lydecker (Clifton Webb), quien impulsó la carrera publicitaria de Laura, el bon vivant Shelby Carpenter (Vicent Price), a la sazón prometido de la desaparecida, y la tía de ésta, Ann Treadwell (Judith Anderson), enamorada del futuro marido de su sobrina. El agente se ve cada vez más implicado en la investigación y fascinado por las palabras de admiración de sus presuntos enamorados. Un retrato de la bella Laura terminará de completar el encantamiento en el que se deja atrapar el detective. Una quimera que no se esfumará del todo cuando aparezca, viva y sin artificios, la propia Laura de carne y hueso.
El guión (Jay Dratler, Samuel Hoffenstein y Elizabeth Reinhardt) es una obra de orfebrería fina, destacando la agilidad impuesta por unos diálogos estudiados al milímetro. Buen ejemplo de ello es la fabulosa persecución verbal, escenificada por el policía y Lydecker al comienzo de la película, una auténtica competición de cínicos, con quiebros ingeniosos y sarcasmo refinado. O la pérdida de la compostura de los sospechosos, que se degüellan verbalmente entre sí cuando el agente mete el dedo en la llaga de Ann (“¿está usted enamorada del prometido de su sobrina?”). La película contiene una presentación de personajes absolutamente brillante resuelta en menos de seis minutos. Culminada con una guinda impagable, una frase de Lydecker: “como policía que es habrá oído lloriquear a muchos perdedores en su vida”.
La película está llena de momentos mágicos. Buen ejemplo de ello es la escena en la que Ann detalla a su sobrina las razones por las que el Shelby “está hecho para ella” (“no es una buena persona, yo tampoco”). Aunque por encima de todas, recordamos con especial cariño una secuencia inolvidable, pues representa la quintaesencia del romanticismo. Nos referimos a aquella en la que el detective McPherson deambula por el apartamento de la desaparecida Laura, algo nervioso y confundido. Se sirve un whisky y mira su retrato, apura el vaso sin apartar sus ojos del cuadro.
De repente, él mismo se da cuenta de su comportamiento neurótico y se aleja, comienza a rebuscar entre las pertenencias de ella. Nunca deja de beber y suena la melodía principal de la película (fabulosa pieza de David Raksin). El policía, inquieto, también se cansa de esta tarea y regresa enseguida a la salita donde está el cuadro. Se sienta frente al retrato de Laura con el whisky en la mano, el rostro amargado y la mirada sobre los increíbles rasgos de la mujer pintada. Se queda dormido y cuando despierta, comienza otra película. Un tanto decepcionados abandonamos todos la atmósfera ensoñadora del primer tramo del filme al descubrir que Laura vive. Perdió el encanto de ser un recuerdo que nunca existió.
A continuación os dejamos el triler de esta historia de 1944. Que también los había por entonces, y no tenían nada que envidiar a los actuales, por cierto.
SOSPECHOSO DEMASIADO ELOCUENTE
Laura es una de esas grandes películas que deja boquiabiertos a los espectadores, aun cuando se les ve el truco enseguida. Por ejemplo, construimos nuestra imagen de la arrebatadora Laura, el leit motiv de toda la historia, a través del relato de uno de los sospechosos de su asesinato, Waldo Lydecker, cuyas palabras en off dan paso a unos flaschbacks que abordan la primera parte de la película. Perfecto, pues la idea es contagiarnos de la fascinación del narrador, enamorarnos de la mujer idealizada. Sin embargo, tanta brillantez en la exposición de los hechos y, sobre todo, tanta devoción hacia su figura nos invita a pensar, muy pronto, que estamos ante un sospechoso demasiado elocuente.
Es una constante durante todo el metraje. Pocas veces una investigación policíaca se vio más huérfana y carente de sentido en una película de cine negro. Laura, obviamente, no es un filme noir al uso, sino otra historia. La de un cruce de obsesiones que rozan lo enfermizo. Así, conocemos a un policía duro y lacónico que se enamora de un retrato; a un ingenioso escritor, que lo hace de una mujer que le utiliza y le trata como si fuera un sofisticado animal de compañía.
También contemplamos cómo un buscavidas se encapricha de una muchacha que apenas puede proporcionarle un sueldo a fin de mes. Sí, existe mucha fascinación en torno al personaje de una mujer que tal y como se nos presenta, idealizada o carnal, no tiene muchos méritos, más allá de su increíble belleza y de una bondad en la que hemos de creer como si fuera un dogma de Fe. Todo ello por no hablar de ciertos aspectos concretos de la trama policíaca que parecen desentrañarse a golpe de varita mágica. Ahí está ese oportuno vestido en el armario de Laura que delata la identidad del cadáver encontrado en su casa.
En definitiva, es una pena que una película que cuenta con un arranque interesante, con unos diálogos certeros y un estupendo ritmo narrativo, pierda el interés del espectador de manera estrepitosa en la segunda parte de su metraje. En el mismo momento en el que despertamos, resacosos junto a Dana Andrews, y vemos ante nosotros a la auténtica Laura. Es entonces cuando se ponen en evidencia las vaguedades de la investigación policíaca y del comportamiento errático de algunos personajes (esos cartuchos de escopeta, siempre a punto en el bolsillo de Lydecker; o esa historia de amor entre Laura y McPherson, que presenciamos con la ignorancia del cornudo, pues difícil es saber cómo, cuándo y a cuento de qué se gesta). Por no hablar del asesino, cuyas trazas como criminal son tan poco consistentes, que resulta incomprensible entender por qué insiste en satisfacer su impulso homicida.
Por lo demás, las interpretaciones son bastante correctas, destacando especialmente la de Clifton Webb y la de la siempre soberbia Judith Anderson. Sin embargo, siempre nos llamó la atención el trabajo de Dana Andrews en la película, uno de los más limitados que se pueden contemplar en la historia del cine. Apoteósico es el momento en el que descubre que Laura está viva. Es una pena que el modo en el que intenta representar la incredulidad y la sorpresa sea utilizando recursos más propios del oficio de un mimo, porque al final ése es el sabor que deja película.
Aquí queda la maravillosa pieza David Raskin, todo un arrebato musical que pone los pelos de punta.
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La mejor critica de esta pelicula,gracias.
Tres veces la he visto en un fin de semana intentando entender a todos los personajes, Waldo Lydecker esta por encima de tan grabes errores, 1,se va con una escopeta a ver si laura le ha mentido?? 2,,guarda la escopeta en el reloj y aun apareciendo Laura no la saca de ahi??? 3,llevas los cartuchos en el bolsillo , para volver a matarla??? 4,por que el detective se lleva los cartuchos pero deja el arma??? 5,por que la criada que es capaz de ver el cadaver de su amada Laura limpiar las pruebas dejar la botella que sabe de quien es y no decir con quien estaba Laura?? 6 Pero de que hablan Laura y Shelby en el coche??? 7 Laura, miente y miente y vuelve a mentir…
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