EL PLACEBO DE LA LIBERTAD
R. P. McMurphy (Jack Nicholson) no es un tipo de fiar. Es un estafador de tres al cuarto que además ha sido encerrado por abusar de una menor. No solo tiene problemas con la justicia, también con cualquier tipo de autoridad. De ahí que McMurphy ingrese en un psiquiátrico pensando que saldrá mejor parado haciéndose el loco que viéndose entre rejas. Nada más lejos de la realidad. La enfermera Ratched (Louise Fletcher), encargada de atender a los pacientes del pabellón que él ocupa, le demostrará que hay rutinas y terapias capaces de anular a un hombre. Cuerdo o trastornado.
Alguien voló sobre el nido del cuco es una película difícil de olvidar. Quizás sea así porque, dentro del delirio en el que viven sus protagonistas, es una historia sobria y descarnada que se atrinchera en el humor seco para amortiguar las emociones que sabe desencadenar. Quizás por su magistral y escalofriante puesta en escena o por su retrato lúcido de la demencia. Y es que el maestro, el gran director checo Milos Forman, supo atrapar en su película la certeza que hay en la locura y el miedo que produce la libertad.
Esta película, endiabladamente original, sin género en el que verse encerrada y sin antes y después en la historia del cine, logró cinco Premios de la Academia (en todas las categorías principales) entre los que se encontraba el de Mejor Película. Fue el actor y productor Michael Douglas quien se obcecó en que Forman llevara a la gran pantalla la célebre novela de Ken Kesey en la que se basa el film. Sin embargo, fue su padre, Kirk Douglas, con un ojo clínico para los proyectos interesantes y los buenos cineastas, el que se enamoró inicialmente de la historia. Hasta el punto de que llegó a interpretar el personaje de McMurphy en una versión teatral. Se vio demasiado mayor, sin embargo, para retomarlo en la gran pantalla.