No resulta fácil aterrizar en Alabama Monroe si acudimos con algo de compostura sentimental. Es una película diseñada para destripar al espectador más escéptico, para traspasar cualquier muro de hielo donde sea que quiera colocarlo. Concebida como un drama en toda regla, se deja conquistar por la alegoría de algo más profundo, más íntimo, delicado y musical, que no se regodea sin embargo en elementos trágicos identificables, sino que conforma un tótem emocional donde ninguna escena significa nada sin la inmediatamente posterior. Ahí reside la magia de su poso mental y el hecho de haberse convertido en uno de los mejores filmes del año.
Nominada como Mejor Película de Habla No Inglesa en la pasada edición de los Oscar, esta producción belga de Felix Van Groeningen cuenta la historia de una atractiva tatuadora, creyente y resolutiva (Elise), y de un tocador de banjo escéptico y bohemio (Didier), quienes se enamoran, forman un grupo musical de bluegrass y tienen una hija que enferma gravemente a los seis años. No parece gran cosa contado así, con tan simples palabras, si no fuera porque nada más empezar nos embarcamos en un carrusel de saltos en el tiempo, desde que se conocen hasta que afrontan la enfermedad de la niña, que provoca que nosotros también nos enamoremos de los tres y junto con ellos nos turnemos entre la risa y el llanto, expulsados de nuestras propias vidas.
Adaptación de una obra de teatro de Johan Heldenberg (protagonista también de la película) Alabama Monroe es una historia viva y una historia muerta. Porque vive y muere cada cinco minutos. Se hunde y flota, vuela y se estrella conforme avanza por sus rincones de sombras y sus escenarios de luz. Es la construcción y demolición de unas vidas amasadas a ritmo de hirientes melodías de country, de una composición de “cuerdas, acústica pura y voces” que acompañan a sus personajes por el trazado de un círculo casi perfecto pero no irrompible (su título original es The Broken Circle Breakdown), preñado de metáforas visuales, de tatuajes por descifrar, de poesía de gestos y miradas, que desembocan en la ruptura de las creencias, de la fe irracional, de las últimas esperanzas.
Por todo ello, Elise y Didier son de esas parejas destinadas a formar parte de la historia sentimental de nuestra particular visión amorosa del séptimo arte. Y no se trata tan solo de compartir su dolor, conscientes de lo fácil que resulta cautivar a los amantes de los dramas apelando a las enfermedades infantiles. La película viaja más allá de su propio guion, gira y se vuelca a mitad de camino como zafándose de su tragedia, para caminar más allá de donde otras historias terminan, para sumergirse en un individualismo de pareja que hace imposible la cotidianidad, que los destruye y los deja existencialmente muertos.
Muy por encima de la estela de otros dramas modernos de montajes cautivadores como Blue Valentine o 21 gramos, Alabama Monroe se vuelve perfecta con el elemento musical y dos intérpretes asombrosos. A la barbuda maestría de Heldenberg se une la mimetización de la actriz Veerle Baetens como Elise, devastadora en su naturalidad. Les acompañan maravillosas canciones de ese bluegrass refrescado para contarnos cada paso que ambos dan entre la pérdida y el consuelo, compuestas todas por el músico Bjorn Eriksson, quien también ayudó a los actores a interpretarlas para la película. Las franjas de piel tatuadas, los sueños de cowboy, los pájaros sin instinto para esquivar los cristales y el enigma (que no desvelaremos) de su título hacen de esta cinco estrellas una devastación que no olvidaremos mientras nos queden nudos en la garganta.
A continuación el tráiler y posteriormente la canción y escena correspondientes al tema If I Needed You, imposible de describir: