En este Día de Difuntos, como a muchos nos gusta más llamar a la jornada del 1 de noviembre, no hemos podido resistirnos a hacer un repaso por nuestro particular catálogo de películas de terror. Una lista interminable de muertos vivientes, espíritus, fantasmas, seres de otro mundo, posesiones, fenómenos paranormales para dar y tomar, de donde hemos seleccionado las 20 cintas de este género que más nos han marcado, tanto por su magnífica contribución al séptimo arte como por conseguir sembrar de miedo, dudas y algún que otro escalofrío las noches más solitarias y oscuras. El ranking, de menor a mayor, lo hemos elaborado en función del número de horas sin dormir que cada una nos produjo:
Nº 20. Los pájaros, de Alfred Hitchcock (1963). El maestro del suspense dejó a todo el mundo pasmado con una bandada de cuervos y gaviotas asesinas que machacaron hasta el trauma a la actriz Tippi Hedren y ensalzaron a un siempre incólume y salvavidas Rod Taylor. Ya metido en una década difícil para el género, el cineasta británico realizó una de las películas más singulares de su carrera, con efectos especiales y de producción que hicieron del rodaje toda una locura, como marca de la casa del señor Hitchcock.
Nº 19. La profecía, de Richard Donner (1976). Otra rara avis en la carrera de su director, y portadora del estandarte de bronce de las películas sobre posesiones más terroríficas de la historia. Atestada de anécdotas de rodaje bastante singulares y de leyendas urbanas, como ha venido sucediendo con muchos filmes de este género, la historia del niño Damien (Harvey Stephens) volviendo majaretas a cuantos le rodean, para asombro y horror de sus padres, interpretados por Lee Remick y Gregory Peck, forma parte también de las películas de (o con) niños endemoniados que se sucederán en esta lista.
Nº 18. El silencio de los corderos, de Jonathan Demme (1991). Si ha habido algún asesino en serie que haya llevado nuestro pavor hasta límites raramente soportables ese fue el personaje de Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) hace ya más de veinte años, y su morboso bis a bis con la valiente agente del FBI Clarice Sterling (Jodie Foster). La película, basada en la novela homónima de Thomas Harris, obtuvo los cinco Óscar de las categorías principales, algo absolutamente insólito para el género de terror, y abrió la puerta al subgénero de serial killers en celuloide, enriquecido y machacado en los años 90.
Nº 17. La señal, de Gore Verbinski (2002). Remake de la famosa película japonesa del mismo nombre, rodada cuatro años antes, la versión norteamericana protagonizada por una espléndida Naomi Watts, entrelazó un conjunto de elementos basados en la luz azulada, la música afilada, el surrealismo más siniestro, los niños (otra vez) y el suspense frío y sin tregua, que hicieron que superara a su antecesora nipona y reinara con brillo ya en pleno siglo XXI. Se trata probablemente de un clásico moderno, que sorprendentemente ha ido ganando adeptos con el tiempo.
Nº 16. Cube, de Vicenzo Natali (1997). En su momento rompió los moldes de la ciencia-ficción para dar paso a una nueva generación de cine canadiense no apto para cardíacos, pero que no tardó en eclipsarse pese a su gran cosecha de premios por festivales independientes de todo el mundo. No obstante, desde aquí seguimos considerando una joya esta historia sangrienta, espídica, matemática y sesuda de varias personas encerradas en una infinidad de cubos intercomunicados, condenados a sobrevivir y a buscar la salida, juntos o no.
Nº 15. La parada de los monstruos, de Tod Browning (1931). Aunque hoy en día el término friqui ya se usa para cualquier cosa, su origen se lo debemos al título original (Freaks) de esta grotesca obra maestra del director estadounidense, que fue un estrepitoso fracaso de taquilla por la repugnancia que causó entre el público. Considerada hoy como película de culto, contó con personas con deformidades físicas y problemas mentales reales para el relato de un cuento circense de amor, traición y abandono.
Nº 14. [Rec], de Jaume Balagueró y Paco Plaza (2007). La primera y, para nosotros, única de la saga interminable y absurda en que se ha convertido en la actualidad. Rodada como falso documental y con una promoción inmejorable, además de una de las películas más terroríficas del cine español, fue de las pioneras en renovar las historias de muertos vivientes por obra y arte de epidemias y virus indescifrables. Una periodista (Manuela Velasco), un cámara sin rostro y un portal de vecinos infectado hicieron gritar a España y buena parte del mundo.
Nº 13. Nosferatu, el vampiro, de F. W. Murnau (1922). Puede que ningún autor se haya alejado tanto de la imagen dandinesca del Drácula de Bram Stoker, pero también es cierto que ninguna película de vampiros nos ha causado tanto terror como este relato siniestro enmarcado en el expresionismo alemán. A su gloria tenebrosa vino a contribuir el actor germano Max Schreck, que encarnó al Conde Orlok (trasunto de Drácula) con escabrosa mimetización, y que desapareció al poco del rodaje, convirtiéndole el mito en auténtico vampiro.
Nº 12. Rojo oscuro, de Dario Argento (1975). El maestro del giallo (subgénero de cine de terror italiano) elaboró este retrato de la parapsicología con una de las direcciones más asfixiantes que pudo maniobrar, ayudado por la música de Goblin. La historia de la investigación del asesinato de una vidente, se convierte en una pesadilla psicológica, algo excéntrica, pero siempre terrorífica, para un pianista (David Hemmings) y una periodista (Daria Nicolodi) que ya forman parte de las numerosas parejas de héroes del séptimo arte.
Nº 11. Los otros, de Alejandro Amenábar (2001). Con el nuevo siglo, el niño mimado del cine español se metió al público (y un total de ocho Premios Goya) en el bolsillo con este victoriano cuento de nieblas, luces regateadas y portazos escalofriantes, protagonizado por una Nicole Kidman insuperable, interpretando a la madre de dos hijos con una misteriosa alergia a la luz del sol, residentes todos de una enorme mansión, misteriosamente abandonada, y acosada por pesadillas y fenómenos paranormales cuyo origen ninguno de ellos es capaz de concebir.
Nº 10. Carrie, de Brian de Palma (1976). Hasta Stephen King, autor de la novela original, se quedó fascinado con la adaptación que el director norteamericano hizo de este triste historia de una adolescente (encarnada por Sissy Spacek) con poderes telequinéticos sometida al humillante y fanático fervor religioso de su madre. Un John Travolta tan joven como mal parado y la escabrosa imagen de la joven inundada en sangre y totalmente descontrolada fueron los ingredientes de este exitazo mundial y de sus consecuentes pesadillas.
Nº 9. Psicosis, de Alfred Hitchcock (1960). Es el único director que repite en este ranking, adelantado en puestos, con una de las películas más iconográficas, emblemáticas y amadas del cine de terror. Una mujer (Janet Leigh) huyendo de un delito cometido por amor, se refugia en un motel escoltado por una enorme casa, en la que aparentemente viven el dueño, Norman Bates (Anthony Perkins, encajado en ese papel para siempre) y su autoritaria madre. La secuencia de la ducha, de nuevo el aparatoso y rocambolesco rodaje (que ha inspirado el próximo estreno de la película Hitchcock), el último plano, y el tratado de psicología del miedo que se marcó el británico, le encumbraron entre los grandes para siempre jamás.
Nº 8. Poltergeist, de Tobe Hooper (1982). Un ya muy aclamado Steven Spielberg se encargó de la producción y guion de este relato casi mitológico sobre una casa acuciada por poderes paranormales, que aparecen personificados en la figura de la dulce Carol Anne (Heather O´Rourke) caminando hacia la luz, símbolo de toda una generación de asustados cinéfilos que durante muchos años sentimos verdadero terror ante su frase “ya están aquí” o cuando se estropeaba la televisión. Otra película con muchas leyendas extrañas a su espalda, estimuladas por la temprana muerte de la joven actriz, y de casi todos los actores del reparto y del equipo técnico, en adornadas y enfatizadas circunstancias.
Nº 7. El proyecto de la Bruja de Blair, de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez (1999). Por una confusa y aclamada campaña de promoción vino el éxito, el boca a boca, y un pequeño presupuesto de cámara al hombro se convirtió en un fenómeno mundial y en un clásico del miedo psicológico. Porque poco más vemos u oímos en este pseudo-documental, pasado por falsa historia real, que no sean las respiraciones profundas, los ruidos extraños no identificados, y las desapariciones inexplicables. Sin embargo, consiguió dar miedo, mucho miedo, a medio camino entre el agobiante mareo de su dirección y un terrorífico final solo descifrable en, al menos, dos visionados.
Nº 6. La semilla del diablo, de Roman Polanski (1968). Otro de las clásicos del subgénero de posesiones infernales, donde una estupenda Mia Farrow interpreta a la dulce Rosemary que, tras su embarazo, poco a poco va a adentrándose en un laberinto de misterios, brujería y suspense en pleno centro de Nueva York. La historia es tristemente famosa porque también se convirtió en una pesadilla para el director polaco, que vivió su propio infierno cuando la banda satánica de Charles Manson asesinó a sangre fría a su mujer Sharon Tate, embarazada de ocho meses, después del rodaje y estreno de la película.
Nº 5. Pesadilla en Elm Street, de Wes Craven (1984). Ni siquiera un jovencísimo y cachondo Johnny Depp pululando por sus fotogramas nos ha hecho concebir esta película de otra manera que no sea con la consecuencia de un insomnio alargado y destructivo. No soñar para no encontrarnos a ese horrible Freddy Krueger, paradigma también de toda una generación, con su rostro quemado, sus manos encuchilladas y su jersey a rayas verdes y rojas. Como en la mayoría de las sagas, esta primera entrega fue la mejor y más espectacular, por la poca piedad del guion con sus personajes y por la creación de un villano inolvidable atrapado para siempre en nuestras peores noches.
Nº 4. ¿Quién puede matar a un niño?, de Narciso Ibáñez Serrador (1976). En Cinetario ya rendimos nuestro versus particular a este terrorífico relato a pleno sol que el gran orfebre del suspense español rodó hace más de 35 años para convertirse actualmente en una de las películas de culto más elogiadas del cine europeo. Un matrimonio de turistas viaja a una isla del Mediterráneo para descansar unos días. Una isla donde solo hay niños que se comportan de manera inquietante, y que en virtud de una especie de selección natural, han decidido tomarse la revancha por todos los niños del mundo. Solo el documental inicial de imágenes reales es para no parar de chillar.
Nº 3. Al final de la escalera, de Peter Medak (1980). En el inicio de una década que cambiaría el cine de terror por el de aventuras y ciencia-ficción, un cineasta de corte independiente vino a poner la guinda del pastel de los clásicos del suspense. La historia estuvo coronada por la maravillosa interpretación de George C. Scott, en el papel de un compositor traumatizado por la pérdida de su mujer y de su hija, que se traslada a una abandonada mansión, donde comienzan a sucederse fenómenos extraños que se remontan a sucesos del pasado. Hechos que serán investigados por el protagonista en torno a una serie de personajes rodeados de misterio y a una de las sesiones de espiritismo más sobrecogedoras del séptimo arte.
Nº 2. El resplandor, de Stanley Kubrick (1980). De nuevo una novela de Stephen King estimuló una obra maestra del género de terror. El genio excéntrico, malhumorado e introvertido de Kubrick se dejó su piel y parte de la de sus dos protagonistas (Jack Nicholson y Shelley Duval) para rodar este sancta sanctorum del terror psicológico y visual, donde se esconden los planos fijos más escalofriantes jamás vistos, bajo la metamorfosis de personalidad mejor hecha de la historia del cine. Imágenes subliminales, símbolos de civilizaciones antiguas, análisis psicológico, un guion de sorpresas apabullantes y unas interpretaciones casi reales, han convertido esta película en todo un manual de género, cuyo nivel quedó tan alto y y claro, que otros cineastas solo han podido acercarse a ella mediante tímidos homenajes y tributos.
Nº 1. El Exorcista, de William Friedkin (1973). ¿Cómo se consiguió entonces que el sonido de un enjambre de abejas y los tecleos intimistas de Mike Oldfield sigan poniéndonos los pelos de punta? Todavía hoy resulta inexplicable que esta película siga causando tanto fervor como terror entre las masas. Nunca hasta entonces se había abordado una posesión demoníaca con tal detalle de elementos grotescos, ferocidad y realismo. Su estreno, pese a ser la adaptación de un best-seller del año anterior, se convirtió en un acontecimiento de desmayos, abortos e histerias en las salas, una vez puesta en imágenes la historia del triste padre Damien Karras (Jason Miller), y su encuentro con Reagan (icónica Linda Blair), una dulce niña que comienza a ser presa de una posesión infernal, ante la impotencia de su madre (maravillosa Ellen Burstyn). Sus frases, sus planos, sus fotogramas encriptados, y la mirada del sacerdote hacia una ventana iluminada, ocupan el primer puesto de este recorrido, ya que solo recordarlos nos hacen temblar en este día tenebroso.
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Psché, no sé, en cuanto a gustos… Para mí la película más terrorífica de la historia es Pagafantas.
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Cómo se puede poner una copia toma a toma en lugar de la original?? (The ring)DEmasiada americanitis inducida por tanto anuncio y cocacola. No tiene otra explicación. Una aporta su originalidad, la direccion, el terror…la otra que la gente es rubia de ojos azules en lugar de oriental… por favor… un respeto al trabajo de la gente…
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Raúl: muy cerca estuvimos de incluirla en la lista, pero todo no se podía.Anónimo: desde luego no tenemos una misma interpretación de la versión que se hizo de The Ring. Hemos visto ambas, y con objetividad, la japonesa no nos hizo sentir absolutamente nada. No creemos que los culpables sean los anuncios y la coca-cola, ya que no somos nada fans de ninguna de las dos cosas, ni tenemos nada en contra del cine japonés, al que somos especialmente sensibles (aunque no fanáticos). Además, estamos convencidos de que al incluirla en el ranking de un humilde blog como éste no estamos faltando el respeto a nadie. En cualquier caso, es lo pasa con estas listas, que nunca gustan a todo el mundo. Te agradecemos mucho el comentario.Un saludo a ambos
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no tienen cosas mas resientes para los televidentes que ven la pajina
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Disculpa, Anónimo, pero no entendemos tu comentario. ¿Te refieres a películas actuales? Si es así, hace tiempo que no encontramos en la cartelera una cinco estrellas de terror, pero sí que hay muchas de cine moderno incluidas en el ranking.Un saludo.
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Todas las listas son discutibles y respetables. Faltaría más. Yo disfruto leyendo sobre cine y me gusta acercarme a este blog de vez en cuando. No soy muy aficionado al cine de terror. Lo paso muy mal. "El exorcista" me costó mucho atreverme a verla, aunque al final me animé y lo pasé realmente mal, o sea, que me gustó. Pero permiteme que mencione una joya en blanco y negro que influyó mucho en la película de Amenabar "Los otros". Se trata de una maravilla llamada "Suspense" de J. Clayton. Creo que es muy recomendable para los amantes del género.Un saludo.
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Miquel, agradecemos mucho tu respeto, tus sabias palabras y que te pases de vez en cuando a leernos. De acuerdo al cien por cien con "El Exorcista": por aquí hay algun@ que tuvo que verla en tres veces, no digo más.No hemos hemos visto la que nos dices de Clayton, y apuntadísima queda. Gracias por la recomendación y un saludo.
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Faltó Tiburón y Alien, el Octavo Pasajero
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Anónimo: como comentamos al principio del post, elegimos aquellas que nos causaron un terror especial. Y las dos que mencionas, pese a considerarlas grandes películas, no fueron el caso. Llámanos raritos ;)Gracias por tu comentario
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