Atado en corto: ‘Viaje a la luna’, de George Méliès. ‘Con manos de ilusionista’

Es la imagen de Cinetario, y no en vano. Ese cohete incrustado en el ojo de la luna es el símbolo del proselitismo con el que muchos llevamos la bandera de cinéfilos, marcada a fuego en la mirada, con la que por lo menos pretendemos aproximarnos al arte más vivo que hemos conocido. George Méliès, de cuyo nacimiento pronto se cumplirán 150 años, no solo fue quien realmente convirtió en una mecánica de sueños el cinematógrafo de sus compatriotas los hermanos Lumiere, sino que dejó para los restos un conjunto de pequeñas historias de aventuras, ciencia-ficción, magia y fantasía que hoy en día serían irreconocibles si no fuera porque a partir de 1925 su obra fue sacada de los infiernos, desgarrada de los barracones de feria, y devuelta al esplendor que no conoció en su origen, gracias a los adalides del movimiento vanguardista francés.
Especialista en dibujo, fabricante de juguetes y amante del teatro, precisamente sobre tablas y artilugios de artesano realizó este Viaje a la luna en 1902, cuando todavía la gente miraba al cinematógrafo como una especie de criatura infernal destinada a entretener a los descerebrados. Aunque incluido en nuestra sala “Atado en corto”, este film puede considerarse un auténtico largometraje en su contexto, con una duración muy ambiciosa para los tiempos que corrían, y totalmente acorde con las inquietudes y maestrías que salieron de las manos del ilusionista francés.
Basada en las novelas De la tierra a la luna de Julio Verne y Los primeros hombres en la luna de H.G. Wells, estos ocho minutos son el retrato coral del intento de un grupo de astrónomos por descubrir los secretos de la superficie del satélite más inspirador de la Historia. Una vez conseguido, los visitantes terrícolas serán testigos de las sorpresas del universo, con estrellas con caras humanas, diosas galaxianas y selenitas muy hostiles. En definitiva, una travesía mucho más divertida, fabulosa, brillante, e incluso puede que más real, que las que supuestamente pilotaron los Estados Unidos unos 67 años después. Así que Bon voyage.

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