Vamos a ponernos estupendos, aunque solo sea por la sequía de piel erizada que llevábamos sufriendo hace bastante tiempo en cuanto a cine de terror, que desde Expediente Warren y la divertídisima y espeluznante fricada de La cabaña en el bosque, poco nos había sorprendido en este género en los últimos tiempos. Nada nos resulta más refrescante y esperanzador que haber encontrado este año en Babadook una de las películas más originales del año, con escasos medios, un gran guion y puesta en escena, y unas interpretaciones escalofriantes. Desde las antípodas, este filme viaja asombrando por el mundo, respaldado por los festivales de Sundance y Sitges y recientemente premiado por el Círculo de Críticos de Nueva York.
Debuta tras las cámaras y el guion la cineasta australiana Jennifer Kent, quien nos abre las puertas de una casa donde viven Amelia (Essie Davis) y su hijo Samuel (Noah Wiseman). Ella perdió a su marido en un accidente de tráfico justo el día en que dio a luz a su retoño, el cual, a punto de cumplir ahora los siete años sufre de severos problemas de conducta provocados por un monstruo que, según cuenta, le visita por las noches. La madre, sola, triste y frustrada, trata de hacer frente al comportamiento cada vez más agresivo y desconcertante de su hijo hasta que la relación se vuelve insostenible e incluso ella comienza a sufrir alucinaciones y pesadillas.