Visionado: ‘Dallas Buyers Club’, de Jean Marc Vallée. ‘Aunque no dé tiempo a vivir’
Hay cuestiones que hoy en día parecen tan olvidadas y tan poco tituladas en la prensa que es como si no existieran. Cuando en la década de los 80 del siglo pasado, esa enfermedad denominada SIDA comenzó a propagarse en Estados Unidos, una neurosis colectiva recorrió a una sociedad que se consideraba avanzada y alejada de cualquier mal del mundo. En medio de tal estado de histeria mental, de desconocimiento y estigmatización, un hombre de mediana edad llamado Ron Woodroof, electricista de Texas drogadicto, homófobo y competidor de rodeo, al que le fue diagnostico el virus del VIH durante esa época, decidió darse a sí mismo un Plan B antes de morir.
Su historia, la memoria de sus últimos años de vida, es la que cuenta Dallas Buyers Club, este gran drama del cineasta canadiense Jean-Marc Vallée que eligió a Mathew McConaughey para quitarle las cachas hasta rozar el raquitismo y regalarle el mejor papel de su vida. Porque hablamos de toda una película-personaje, un filme que gira en torno a su protagonista desde su inicio descarnado de pozos con mucho fondo, hasta el triunfo de su santísima voluntad: encontrar en el tráfico ilegal de medicinas alternativas una dosis que aumentara su esperanza de vida.